domingo, 6 de mayo de 2012

A comernos el amanecer, lo que quieran las manos.

A pesar de los días nublados, de la ausencia del sol algunas tardes, de las noches vacías, del mudo silencio, de ventanas cerradas, del viento encerrado entre cuatro paredes. A pesar de la ira contenida, de la oscuridad de algunas miradas y de la tristeza escondida en sonrisas. A pesar de todo, el sonido de su risa, el calor de su cuerpo rodeándome, el aroma de su cuello en mi boca y el brillo en su mirada superan el más malo de los males.

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